domingo

Despedida

En esta hora baja, gris;
triste espero la llegada
del ansiado ocaso, gris.
Bajo, cegado, la mirada.

Un último rayo se asienta,
sin esperanza alguna,
en mi mirada sangrienta.
Bajan estrellas, una a una.

Con pasos lentos, cansinos,
me dirijo a mi destino
entre los estáticos pinos
indiferencia de asesino.

La furia roja me desea
entre los pinos volando
con el viento atravesando
salidos de los infiernos
nadie puede detenernos.

Entre las piernas ruge el motor
mi pelirroja, Yamaha, mi amor.
Suave entre los vientos
vuelan mis pensamientos.
No soy nadie, soy libre.

Cortando, atravesando.
Con un haz de luz brillante
la quieta ciudad profanando
con un rugido resonante.
Yo, ella, el viento. Nadie más.

Apaciguada la furia escarlata,
mi dulce y fiel amor me espera,
majestuosa, posada en la acera.
Mientras, busco una vieja rata.

En la ciudad desagradecida
hogar de máquinas sin uso
con indiferencia decidida
atravieso como un intruso.

Una mirada sin significado,
un triste roce de manos,
no importa, es lo esperado.
Pocas palabras entre hermanos.

No hace falta más.
Tu lo sabes, yo lo se.
Me ayudaste, te ayudé.
No se olvida, jamás.

A una copa me invitas.
Parecemos viejos marinos:
comentando viejas citas
nos relajamos entre vinos.

Pasa rápido la noche.
Una alegre despedida.
Te alejas en tu coche
con mi mirada perdida.

En mi quimera me marcho.
Ya lo sabes que me marcho,
lo sabes, para no volver.
No hay lugar en este mundo
para un viejo cadáver.
En un segundo,
atravieso el mundo,
lo sabes, para no volver.


Foto de elkabong

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