domingo

Fútbol?

Como mis vecinos no paran de recordarme (y creo que lo harán durante toda la noche), España ha ganado la Eurocopa de fútbol. Yo solo puedo decir:

So what?

Aviso: Chorrada a la vista.

En la siguiente página podéis saber cual sería vuestro nombre en clave si fueses un personaje de Meal Gear.

Campell:
"Your code name for this mission will be Grandmaster Chimera"

A que molo.

miércoles

Sant Joan '08

o, ¿qué hace eso tío en calzoncillos en el tejado a las cinco de la mañana?


La noche de las brujas un año más (y van tres). No se qué tendrá esta noche que siempre me ocurren cosas extraordinarias.


Este año, cansados del rollo de siempre decidimos hacer una fiesta en una casa de pueblo de una amiga. Unos treinta jóvenes en medio de ninguna parte con muchísimo alcohol y ganas de pasarlo bien. La cosa prometía.


Llegamos en el coche de un amigo. La paella estaba empezando a hacerse así que los que estorbábamos fuimos a jugar a futbolín, a beber vino y a fumar porros. El Lambrusco se acabó demasiado rápido: en cosa de dos horas nos trincamos unas quince botellas. Somos unos campeones. A las doce empezamos a cenar y apareció de la nada una garrafa de cinco litros de vino blanco casero.


Fue acabar y me fuí con unos mexicanos muy simpáticos a hacer mojitos. Pero no esas mariconadas que he visto en algunos bares con seve up o limonada. Este mojito era del auténtico, del bueno, del que me gusta, del que te pega un pelotazo y ni te enterás: Zumo de lima recién exprimido, hielo picado, hojas de menta y ron. Mucho ron. La gente se abonó al mojito y cada olla que hacíamos (sí, en ollas) duraba diez minutos. Cuando me cansé de hacer de camarero saqué el tequila, corté limón y encontré la sal. Es lo último que recuerdo.


Tengo un flash en que hay una chica está subida a un árbol y no puede bajar. Tengo un flash de Carlos potando. Tengo un último flash de Carlos y yo (en calzoncillos) saliendo por la ventana de la habitación y subiendo al tejado.


Desperté con resaca, mucha resaca. Había gente durmiendo en sillas. Todo caras cansadas. Sorteé los obstaculos como pude (¿aún estaba borracho?) y busqué en la nevera. Apenas se había tocado el vodka, el mojito destrozó a todo el mundo. Por suerte rescaté una litrona Xibeca de las profundidades y me agencié una cómodo sillón. La gente se fue levantando. La Xibeca fue bajando. Un chico y yo empezamos a hacer bikins y repartirlos entre la gente. Empezamos a recoger. Todo el mundo ayudó, realmente la gente era muy maja. Al final quedamos unos ocho, que reunimos las sobras de comida y nos quedamos a comer bajo la sombra de un árbol con los viñedos de fondo y la brisa despejando nuestros sentidos. Que bucólico.


La anfitriona nos bajó en coche y Carlos y yo fuimos a mi casa a hacer una birras y mirar Cómo conocí a vuestra madre hasta las tantas de la noche. Después compramos una botella de nuestro amigo Jack y seguimos bebiendo. Pero eso, amigos, es otra historia.

domingo

Getafe Electric Festival 2008 II

Continuemos donde lo dejamos. Si no recuerdo mal acabábamos de dormirnos tras un viernes agotador.


Me despiertan unos ruidos. Son las once de la mañana. Mientras mi mente se despeja reconozco las voces de mis colegas, ¿cómo pueden estar despiertos tan pronto? Rezongo un poco en la tienda, pero no mucho después vienen a tocar los cojones para que me levante. En nombre de Morfeo yo os maldigo.


La idea del sábado era acercanos a un supermercado que sabíamos que andaba por allí y comer algo barato ya que los precios eran abusivos, además de comprar alcohol y agua para ir tirando durante el día. Después de caminar unos veinte minutillos o así siguiendo las indicaciones de los transeuntes con los que nos ibamos cruzando llegamos al Lidl. Cogimos un carrito y manos a la obra: Hambuerguesas envasadas, patatas fritas, zumo, dulces, birra, una garrafa de agua, un par de colas y muchos litros de vino. Ya eran sobre las dos así que nos sentamos en el parking del supermercado a comer y a beber una birras (igual que varios grupos más de jóvenes en la misma situación que nosotros). Aquí me encontre a un colega que a veces se pasa por la tienda.


Habiendo comido y descansado volvimos hacia el campamento. La vuelta a pleno sol y cargando las bolsas fue bastante dura, pero llegamos. Nos apalancamos en el "patio interior" que formaba la disposición de las tres tiendas y empezamos a darle al bebercio. Juanlu había traído unos vasos de litro de esos tan típicos de bares cutres (a.k.a. cubalitros a.k.a. minis). Nos reímos un rato de los nombres de las bebidas, a saber: Siti-Cola y vino Jarroalegre; aunque las risas se acabaron al probar la mezcla. Era un poco suave para ser kali, miramos la botella de vino: 4'7º. ¿Qué cojones? Habíamos comprado tinto de verano en vez de vino, por eso era tan barato. No tenía ni idea de que vendieran tinto de verano ya envasado; qué cosas. Al final nos bebimos el tinto de verano solo y abandonamos la Siti-cola a su suerte.


Estábamos bebiendo y fumando tranquilamente, tirandos alrededor de una montaña de bolsas del Lidl. Sin saber nadie por qué a Andreu le entró un ataque de risa, al que sin poder evitarlo me sumé. Poco después estábamos todos partiéndonos. De repente Andreu se pone a toser y, inesperadamente le vino una arcada y dejó una bonita mancha en la tienda de una muchacha. Se me saltaban las lágrimas de la risa. La cosa iba bastante bien, pero de repente a Xavi le entraron las ganas de moverse. Por supuesto Andreu y yo que estábamos bebiendo a gusto y Juanlu que se echaba la siesta le mandamos a tomar por culo, pero convenció a Carlos y se acabaron pirando a la zona de conciertos. Aparte del hecho de lo tirados que estábamos, viendo lo cansados que acabamos el día anterior, prefería no ir demasiado pronto a la zona de conciertos para no estar demasiado cansado en el concierto de Metallica.


A eso de las seis, ahora sí, fuimos tirando los demás para la zona de conciertos.Nos habíamos perdido Eths y Mnemic, cosa de la que me arrepiento un poco por que últimamente he estado escuchando Eths y está chulo. A cambio íbamos un poco borrachos, y eso siempre está bien. Cuando intentamos llamar a Carlos y Andreu descubrimos que no teníamos batería. Ya los encontraríamos. Llegamos justos para ver a Soilwork, eso no podía perdérmelo. Fui convenciendo a Juanlu y Andreu a entrar llegar a las primeras filas en las que había dos grandiosas ollas. Al final lo conseguí y nos metimos Andreu y yo. Estaba yo saltando y rebotando cuande de repente veo a Xavi corriendo hacía mí. Ya los habíamos encontrado. Estuvimos largo rato en la olla Andreu, Xavi y yo; Juanlu que llevaba mochila y Carlos que no le gustan las ollas se quedaron en el límite esperándonos. Soilwork acabó y fuimos a descansar mientras sonaba Queensryche.


Habiendo descansado fuimos tirando a escuchar a Within Tempation en el escenario uno para pillar sitio para Metallica que era en el mismo escenario. Todo lo que puedo decir de Within Temptation es que es bastante malillo y además hacían playback. Un insulto.


Mientras sonaba Machine Head en el escenario dos nos quedamos en el uno para pillar un buen sitio para Metallica. Hora y media después empezaron. Los reyes, los amos, dioses. Nada más empezar pasó lo mismo que en Rage Against the Machine: había unos capullos empujando a la gente solo para joder, pero nada podría empañar un concierto de Metallica. Entre los empujones acabamos cada uno por su lado y estuve perdido un rato hasta que encontré a Juanlu y Carlos. Del concierto solo puede decir que fue un jodido orgasmo. Tocaron las mejores y no hay palabras para describir la sensación de oír en directo Master of Puppets o Enter Sandman o Seek and Destroy o Nothing Else Matters. Fueron algo más de dos horas casi mejores que el sexo, y eso es decir mucho.


A la salida nos encontramos primero con Andreu y después con Xavi. Fuimos tirando hacia el campamento. Durante la madrugada se piraron Andreu y Juanlu que pillaban el avión prontito. Por la mañana nos fuimos los demás, dejamos a Carlos yendo hacía el aeropuerto y Xavi y yo nos quedamos dando vueltas por Madrid con las tiendas al hombro. Comimos unas tapitas, nos comimos unos deliciosos polos en el retiro y sobre las siete fuimos al aeropuerto. Xavi cogió su avión. Y yo me quedé solo.


Lo primero que hice fue comprar un libro. Me estiré por allí ya que era un engorro pasear mi equipaje por todo, y pasé toda la tarde y la noche tumbado por el suelo del aeropuerto. No durmí muy bien que digamos, ya podrían apagar las luces por la noche. Además a primera hora de la mañana, como a las siete, había unos molestos camiones-grua cambiando carteles. Me compré un bocadillo y un café y seguí a lo mío. A las once facturé las maletas, por fin un poco de libertad de movimiento.


El avión salió con retraso, así que no pude pasar por casa: tenía que ir directo a trabajar para no llegar tarde. Cosa inevitable ya que me habían cambiando el horario por uno a dos horas más temprano y yo no lo recordaba; intentaron avisarme, pero no tenía batería en el móvil. Llegué al curro cargado con los trastos, sin haberme duchado en tres días, apenas sin haber comido nada en dos días y habiendo dormido fatal una semana entera. No sé como no caí muerto al instante, pero ya sabéis, soy inmortal.


Llegué a casa a las ocho y dormí. Lo necesitaba desesperadamente. Dormí hasta reventar la cama.


Conclusiones:


En general estuvo de puta madre. Buenos amigos, buena música y en general reinaba muy buen rollito. Me lo pasé muy bien y disfruté como un niño. La experiencia de escuchar algunos de mis grupos favoritos en directo es inolvidable.


Lo malo es que había gente que no iba allí a escuchar música. Había mucho capullo tocando los cojones, mucho drogata metiéndose rayas en medio del concierto. Pero supongo que es inevitable. Quiero decir, es un festival. Si vas a un concierto solo de Metallica seguro que solo encuentras fans de Metallica que van única y exclusivamente para escucharlos. Pero siendo un festival de dos días con muchos grupos de varios estilos y zona de acampada, te encuentras gente que va a pasar un finde de excesos. Eso no está mal de vez en cuando, pero me parece mal que tengan que joder a la gente que solo va a escuchar a sus grupos favoritos.


Más cosillas malas, no muy graves, pero que siguen estando ahí:


La comida y la bebida en el festival eran demasiado caras. Si pago 130 euros para un concierto espero al menos poder beberme una birra a un precio decente. Pero no, nunca se cansan de sangrarnos.


Además estaba todo muy lejos. Para ir del aeropuerto hasta Getafe hora y media de metro. Desde la salida del metro hasta la zona de acampada cuarenta y cinco minutos caminando. Desde la zona de acampada hasta la zona de conciertos hay que coger un bus. Si el año que viene repetimos a lo mejor estaría bien coger un coche de alquiler.


En defenitiva, los conciertos increibles, un montaje y organización muy buenas (de todos los grupos que vimos, solo RATM empezó tarde) , pero todavía hay cosas que podrían haber sido mejores.

viernes

Repetimos

Aunque no os lo creais volvió a suceder. Bueno, no tan exagerado; no lloréis por mí, estoy bien. No se que pasa cuando vamos Carlos y yo juntos que todo el mundo nos quiere pegar. Os cuento:


Ayer fuimos a cenar y después a tomar unas birras con unos colegas. Allí encontramos a un colega de la universidad y nos fuimos con él a una discoteca de rock llena de viejos que estaba a tomar culo. La gente se fue pirando y a las cinco de la mañana solo quedábamos Carlos y yo. Entonces empezamos a caminar hacía una parada de metro lejana.


Íbamos por una calle desierta. Me paro para atarme los cordones y cuando levanto la vista veo que un chaval está agarrando a Carlos de la camiseta. Me acerco para ver que pasa. Me agarra a mi también. Me pide tabaco. Tranquilo, le digo que no me queda. Entonces me dice que saque todo lo que lleve. Le digo un contundente NO. Entonces intenta pegarme (soltando a Carlos), pero es muy lento y para su golpe sin problemas. Cuando me giro veo a Carlos en modo berserker que le suelta una buena ostia. Aquí empiezan los golpes, y el chaval se llevó unos cuantos. Yo, pacífico como siempre, intentaba solo empujarle para que no pudiera pegar a Carlos. Entonces el chaval amenaza con sacar una navaja (dudo mucho que la tuviera), y nos piramos. Nos fuimos con la dignidad y la cartera intactas.


Unos días se pierde y otros se gana.

martes

Tiempo y materia

A todos aquellos (que no dudo que seréis muchos) que esperáis ansiosos la segunda parte del relato de lo acontecido en el Getafe Electric Festival, tengo que pediros disculpas. Ahora mismo estoy de exámenes y, como pudisteis comprobar, la cosa va para largo. Vamos, que me falta tiempo.


Los que esperéis la segunda parte de una historia podéis esperar sentados, ahora mismo no tengo planeado escribirla. Prefiero ir con la calma e irla meditando para que al final quede una historia medianamente decente.


Pues eso, no hay tiempo. ¿y entonces a que viene la parte de la materia del título? Pues mira, a que queda bien y eso...

viernes

Una historia I

Capítulo I: El mar


La brisa marina me azotaba brutalmente mientras la quilla del monstruoso barco cortaba implacable la brabuconería de las olas. Me sentía un intruso en un mundo inexplorado. Los hombres no pertenecemos al mar, es indomable, es salvaje. Por mucho que creamos que podemos someter todo lo que nos rodea: las selvas, los desiertos, las montañas; el mar nunca será nuestro. Podemos intentar entrar en su territorio, pero él nos rechazará con fiereza hasta que volvamos a dónde nos corresponde, a tierra firme. Así me sentía en esa fría noche, rechazado. Haría todo lo que pudiera para echarme de este lugar al que no pertenezco: me zarandeaba, me escupía y me bufaba, me odiaba. Era una noche brutalmente bella con los destellos de la luna en las olas. Al final el viento y la sal me vencieron y volví al interior, a la civilización. Cómodas butacas, calefacción, luz eléctrica e hilo musical.


Pedí un vodka-limón en el bar. Pagué la desorbitada cifra que me pidieron sin rechistar, me senté en uno de los plastificados sofás, me puse el mp3 y abrí el libro por el punto. La noche iba a ser larga y casi no me quedaba tabaco.


La luz del sol naciente teñía de naranja el contorno de la ciudad. Mi último cigarrillo voló de mis labios y desapareció entre las olas. Faltaba poco para llegar. Nueva ciudad, nueva vida. No siempre es fácil empezar de cero. Muchas cosas quedan atrás, pero ya no importaba nada, solo el futuro. El futuro, esa sombra quijotesca que no para de estirar una larga cuerda al final de la cual estás tú. Por mucho que te resistas siempre tira, pero nunca llegas a ella. Resistiéndote a los tirones del futuro pasas la vida hasta que mueres. Entonces todo acaba. Esclavos del destino, hagamos lo que hagamos. Así que yo, creyéndome más listo que el resto de los mortales, un día decidí no intentar resistir los tirones del futuro y correr hacia él, y en ese momento me encontraba como un gilipollas corriendo sin parar, sin mirar los borrones que pasaban a mi lado e intentaban agarrarme. Algún día tropezaría, daría de bruces en el suelo y cuando me levantara vería que estaba solo en la oscuridad, atado a un cabo desgarrado.


Con la maleta al hombro bajé la pasarela. Crucé el puerto con calma y llegué a unas grandes ramblas que dividían la ciudad en dos hasta donde me alcanzaba la vista y morían en ese indomable mar. Me estiré en un modesto césped, coloqué la maleta de almohada y con el sol acariciando mis párpados me dormí.

lunes

Getafe Electric Festival 2008 I

Para todos aquellos que no lo sepan, el fin de semana pasado estuve en el Getafe Electric Festival con unos amigos. Fue un finde grandioso con muchas risas, buena música y lluvia.


Para los vagos, se podría resumir en lo siguiente:

Lo bueno: Fue un festival.
Lo malo: Fue un festival.


Si te has quedado con las ganas de saber a que me refiero, continúa leyendo. Ponte cómodo que la cosa va para largo.


La cosa se merece algo más de dos lineas así que voy a relatar lo vivido en dos partes: La primera, ésta, con la introducción, los días anteriores y el viernes. La segunda describirá el sábado, los días posteriores y las conclusiones.


Empecemos.


El año pasado Sir Andreu y yo fuimos a la semana medieval de Montblanc donde disfrutamos de una agradable semana regada con cerveza y un concierto increíble de Lándevir, Ars Amandi y Saurom. Nos prometimos que cada año volveríamos a Montblanc por esas fechas para disfrutar de tan maravillosas fiestas. Así que nos pasamos todo el año ahorrando para poder pagar el viaje. Grande fue nuestra pena al enterarnos de que este año cambiaría radicalmente la fiesta para adaptarse mejor a los gustos de los jóvenes del pueblo, así que cambiaron el folk metal por rumba y ska catalán. Como ya teníamos el dinero y las ganas de buena música empezó la busqueda de otros concierto a los que poder asistir. Barajamos muchas opciones: Viñarock, Monsters of Rock, bbk, Vía de la plata festival y otros muchos; pero ninguno nos acababa de convencer. Navengado por ese gran mar de información que es internet surgió otro nombre: Getafe Electric Festival. Era un festival que empezaba ese año. Las cabezas de cartel eran Metallica y Rage Against the Machine, dos de mis grupos favoritos. Le propuse la idea a Andreu y se mostró tan ilusionado como yo. Así que empezamos a organizarlo todo. Se lo propusimos a amigos y conocidos y acabamos siendo cuatro: Andreu convenció a Juanlu y yo a Carlos. Dos semanas atrás se lo comenté a Xavi, un compañero de curro, y se subió al carro. Ya estabamos todos, podía empezar la fiesta, pero empecemos por el principio.




Una fría madrugada de primavera un rayo surca el cielo. Se oye un llanto. Es el inicio de un mito, el nacimiento de la leyenda.




Avancemos veintiun años dos meses y veintiun días: El martes pasado. Apenas duermo, estudiando. El miércoles, más de lo mismo. El jueves, hago el examen y por la noche quedo con Carlos que se viene a mi casa y nos bebemos dos litronas, dos tercios y los restos de una botella de dos litros de coca-cola y vemos una peli y media. Me ducho, me visto, hago la maleta y hacia el aeropuerto sin dormir. Aquí empieza la aventura, son las cuatro de la madrugada.


Llegamos al aeropuerto. Carlos factura su maleta, después nos tomamos un café y un bocadillo de jamón y queso. Ya estamos acabando cuando llega Xavi, atamos su tienda y la mía con cinta y facturamos los dos. En la cola ya vemos varios grupillos de gente que tiene toda la pinta de ir al festival. Xavi y yo subimos primero al avión, dejando a Carlos que espere veinte minutillos al suyo. En el avión leo, a pesar de que corra riesgo mi virilidad al confesarlo, una revista de moda femenina. Xavi y yo cruzamos opiniones acerca de las modelos y de lo caros que están los complementos. Duermo casi todo el vuelo.


Llegamos a Madrid. Llamo a Andreu, él y Juanlu están en una zona de fumadores cerca de allí. Vamos juntos a buscar las maletas. Después nos sentamos en el suelo a esperar a Carlos mientras comemos un bote de Pringles (cuando haces pop ya on hay stop) que Xavi ha traído. Poco después nos llama Carlos. Está en la terminal dos y nosotros en la cuatro, como somos mayoría se pilla el bus y viene. Cogemos el metro. Hora y media de viaje después bajamos en una remota estación de un polígono industrial junto con dos andaluces tatuados. Nos paramos a preguntar a un transeunte. Nos indica la dirección y después los andaluces le preguntar si sabe dónde hay putas. Durante los tres cuartos de camino que hay hasta el camping nos deshacemos de ellos, que no pueden seguir nuestro ritmo (sí, hay alguien que no puede seguir el ritmo de Andreu).


Llegamos al camping ilusionados. Una zona boscosa llena de tiendas de campaña y heavies: El paraiso. Después de proponer cuatro sitios, por fin encontramos uno, bastante alejado de todo, al gusto de Xavi. Es un poco exigente, el niño. Montamos y vamos a por unas birras. Primera sorpresa: Dos euros el vasito y seis la litrona. Mientras conversamos animadamente me encuentro unos chicos de mi facultad que conocí una noche que apenas puedo recordar. Volvemos a la tienda y nos echamos una siestecita. Nos despertamos dispuestos: que empiece la diversión.


Mientras vamos camino del autobús que nos llevará a la zona de conciertos empieza a llover. Andreu y Juanlu, que van en manga corta se congelan los huevecillos. Llegamos sobre las cinco de la tarde. El lugar es un gran recinto. Al fondo está el escenario principal, majestuoso. En la parte del medio hay una torre con una gran pantalla y unos baffles para la gente que no alcanza a ver el escenario. Al principio está el escenario secundario, cubierto y una carpa donde venden comida. Por el recinto hay esparcidos varias barras, la zona de venta de ticket, la de las camisetas y un mercadillo. Como aún llueve un poco nos vamos directos al escenario dos, donde toca Nothink. Llegamos a ver tres canciones, que se pueden resumir en el comentario del Xavi: "¿Es cosa mía o han tocado la misma canción tres veces?". Después tocó Biffy Clyro en el escenario uno.


Pausa explicatoria. A pesar de haber dos escenarios en ningún momento se solaparon dos conciertos. La razón de haber dos escenarios es que la mayoría de conciertos se alternaban de un escenario a otro y así mientras en un escenario tocan, en el otro preparan el próximo concierto. Así, cuando acaba un concierto, vas directo al otro escenario donde está a punto de empezar otro concierto. Un sistema genial.


Volviendo al tema, estaba diciendo que empezó Biffy Clyro. Escuchamos desde la lejanía una canción y media y huimos espantados. ¿Dónde fuimos? A la venta de tickets. Segunda sorpresa, la bebida era aún más cara aquí: seis euros el cubata, ocho el cubalitro de birra o kali. Carlos y yo nos pedimos a regañadientes unos cubatillas. Además garrafón. Fuimos a visitar el mercadillo y Andreu y yo compramos unos cinturones. Sufrí las burlas de Carlos y Xavi, pero salí de allí todo orgulloso con mi cinturón nuevo, que tres días después estaba ya roto. Entonces fuimos a ver a Millencolin, que empezaba en el escenario dos, ya que a Xavi le gustaba. Mientras huíamos del concierto Andreu y Juanlu se encontraron una amiga.

Pausa explicatoria. Estoy diciendo que huímos de muchos conciertos, ésto es por que el primer día la mayor parte de grupos era de punk-rock o rock alternativo. El día bueno sería el sábado, cuando predominaría el metal.


Fuimos a buscar sitio para Serj Tankian en el escenario uno, un gran músico ex-soad, que a Xavi y a mí nos gustaba mucho. Disfrutamos de Serj muy cerca del escenario y he de decir que fue un orgasmo de concierto. Relativamente poca gente, buen ambiente y genial música. Salté, canté y bailé. Salimos de allí extenuados. Entonces empezaba The Cavalera Conspiracy en el escenario dos. Aquí ocurrió el primer cisma. Xavi y yo queríamos ver a los hermanos Cavalera (anteriormente conocidos como Sepultura) y Carlos, Andreu y Juanlu querían descansar. Cada uno fue por su lado, como yo ya no tenía batería les dimos el número de Xavi para ponernos en contacto. Cuando entramos en el escenario dos el concierto ya había empezado así que nos fuimos abriendo paso hasta un punto intermedio en el que la gente no está quieta pero aún se puede respirar. Entonces empezaron las ollas. Hacía mucho tiempo que no sudaba tanto.


Pausa explicatoria. Las ollas, también conocidas como pogo, moshpits o simplemente pits. En la mayoría de conciertos "un poco" duros (Death metal, nu metal, black metal...) se suelen formar unos circulos vacíos donde la gente se mete para empujarse y darse codazos. Puede parecer estúpido, pero es realmente divertido y desahoga mucho. Además, al contrario de la creencia popular, reina el buen rollo en las ollas. Para empezar se intenta molestar lo mínimo posible, los límites entre la olla y el resto de la gente están bien delimitados y aunque puede que en algún momento salgas disparado hacía ellos (que te devuelven adentro de un empujón), lo normal es que los de fuera no reciban ningún golpe. Además no hay malos rollos, si hay algún golpe demasiado fuerte se piden disculpas (como lo oís) y se intenta no dar patadas ni golpes en la cara; es cierto que ocurren accidentes, pero es el riesgo de entrar. Además, aunque desde fuera parezcamos salvajes, cuidamos los unos de los otros. Si alguien se está a punto de caer se le echa una mano, si alguien cae, cosa común, la gente de su alrededor le echa una mano para ponerle en pie. En resumen, a pasarlo bien sin joder a los demás. Esa es la idea, y así ocurre en las ollas bien organizadas.


Salimos a la mitad del concierto exhaustos y algo magullados. Descanso para mear y encontrarnos con los demás. Mientras esperabamos vimos en el suelo un ticket de cubata y lo canjeamos en la barra por botellines de agua. Llegaron los demás y fuimos a The Offspring. No estuvo mal, pero lo bueno estaba por llegar: Rage Against the Machine.


Nos acercamos todo lo posible al escenario para ver a los dioses. Conseguimos unos buenos sitios y esperamos. Y esperamos. A mi lado había un gilipollas haciéndose el interesante hablando de chamanismo y drogas alucinógenas; por lo poco que sé de esos temas puedo decir que era un capullo. Empezaron una hora tarde, pero fue oir la guitarra y olvidar la espera, el cansancio y a los gilipollas de mi lado. Pero el sueño se convirtió en pesadilla. La gente de atrás empezó a empujar sin miramientos hacía adelante, los de alante hacia atrás y los de cada lado igual. Esto hacía que se formaran mareas humanas de miles de personas que te aplastaban y te zarandeaban. Un descontrol. Vimos mucha gente que salía de allí y después de dos canciones nosotros hicimos lo mismo.


Retrocedimos hasta la zona de la gran pantalla, donde podiamos estar más tranquilos y disfrutar de la música. O eso creía. A mi izquierda había unos chicos extremadamente drogados (y es irónico que yo diga eso), que no hicieron más que tocar los huevos: Saltaban encima tuyo, te golpeaban, cantaban los estribillos cuando no tocaba y hasta hacían los solos de guitarra con la boca. Eso es un pecado capital: las guitarras se escuchan, no se cantan. Incluso así, disfruté como un niño de unos de mis grupos favoritos. Nada puede empañar el recuerdo de haber visto en vivo a los RATM tocando Killing in the name of, nada.


Al salir de allí tenía ganas de ver a Queens of the Stone Age, pero como todo el mundo estaba muy cansado, yo inclusive, lo dejé correr. De camino al autobús encontramos una fuente caída del cielo. Llegamos exhaustos al campamento y nos dormimos como angelitos (o demonios). Bueno, la verdad es que pasé algo de frío por la noche, ya que el saco que me había prestado Xavi era infantil (que cabronazo) y apenas me cubría hasta el la barriga, así que a media noche me desperté y me puse la chupa.


To be continued...