jueves

Un día decidí explicar a una serie de amigos que escribía, les enseñé el blog. No a todos, mucha gente sigue sin saberlo, pero algunos de los que me leen me conocen en persona. Algunas noches desearía que este blog volviera a ser anónimo. Poder gritar con tranquilidad y que nadie sepa que estás gritando. No gritar de dolor, ni frustación, ni siquiera de placer; simplemente gritar. Hay noches sin luna en las que apetece gritar. Ahogaré el grito en alcohol, algo en lo que empiezo a ser experto.

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