Pero recientemente he descubierto, no sin asombro, que mi generación es realmente la generación perdida. Es un fiel reflejo de en lo que se pueden convertir los niños de hoy. Exacto, me refiero a los burgueses incendiarios. ¿Qué clase de educación puede tener un joven universitario que se divierte quemando vivos a indigentes? Educación escolar puede, pero no familiar. Le faltan los valores morales, esos que nos diferencias de la época de los gladiadores o de los mismos animales.
Esto me recuerda mucho al libro Encerrados con un solo juguete de Juan Marsé (gran autor). Ya se que la época es diferente y en el libro se crítica la realidad de los jóvenes totalmente desconexa con la de los padres. Pero en el fondo hay algo en común. Los chicos no encuentran su sitio, están fuera de la realidad, en su mundo de fantasía personal. No tienen preocupaciones, responsabilidades, madurez. Se lo dan todo hecho, lo único que les falta es moral y amor.
Por mucho avance cultural, económico, tecnológico, médico o de cualquier clase que tengamos, si no progresamos moralmente (y no lo hacemos) acabaremos enviando la sociedad a la mierda, aún más dentro de la mierda, a una profundidad de la que ya no podremos salir. Lo que se necesita, por encima de todo, es gente responsable. La alarma ya ha sonado, hay que actuar ya.