miércoles

Sant Joan '08

o, ¿qué hace eso tío en calzoncillos en el tejado a las cinco de la mañana?


La noche de las brujas un año más (y van tres). No se qué tendrá esta noche que siempre me ocurren cosas extraordinarias.


Este año, cansados del rollo de siempre decidimos hacer una fiesta en una casa de pueblo de una amiga. Unos treinta jóvenes en medio de ninguna parte con muchísimo alcohol y ganas de pasarlo bien. La cosa prometía.


Llegamos en el coche de un amigo. La paella estaba empezando a hacerse así que los que estorbábamos fuimos a jugar a futbolín, a beber vino y a fumar porros. El Lambrusco se acabó demasiado rápido: en cosa de dos horas nos trincamos unas quince botellas. Somos unos campeones. A las doce empezamos a cenar y apareció de la nada una garrafa de cinco litros de vino blanco casero.


Fue acabar y me fuí con unos mexicanos muy simpáticos a hacer mojitos. Pero no esas mariconadas que he visto en algunos bares con seve up o limonada. Este mojito era del auténtico, del bueno, del que me gusta, del que te pega un pelotazo y ni te enterás: Zumo de lima recién exprimido, hielo picado, hojas de menta y ron. Mucho ron. La gente se abonó al mojito y cada olla que hacíamos (sí, en ollas) duraba diez minutos. Cuando me cansé de hacer de camarero saqué el tequila, corté limón y encontré la sal. Es lo último que recuerdo.


Tengo un flash en que hay una chica está subida a un árbol y no puede bajar. Tengo un flash de Carlos potando. Tengo un último flash de Carlos y yo (en calzoncillos) saliendo por la ventana de la habitación y subiendo al tejado.


Desperté con resaca, mucha resaca. Había gente durmiendo en sillas. Todo caras cansadas. Sorteé los obstaculos como pude (¿aún estaba borracho?) y busqué en la nevera. Apenas se había tocado el vodka, el mojito destrozó a todo el mundo. Por suerte rescaté una litrona Xibeca de las profundidades y me agencié una cómodo sillón. La gente se fue levantando. La Xibeca fue bajando. Un chico y yo empezamos a hacer bikins y repartirlos entre la gente. Empezamos a recoger. Todo el mundo ayudó, realmente la gente era muy maja. Al final quedamos unos ocho, que reunimos las sobras de comida y nos quedamos a comer bajo la sombra de un árbol con los viñedos de fondo y la brisa despejando nuestros sentidos. Que bucólico.


La anfitriona nos bajó en coche y Carlos y yo fuimos a mi casa a hacer una birras y mirar Cómo conocí a vuestra madre hasta las tantas de la noche. Después compramos una botella de nuestro amigo Jack y seguimos bebiendo. Pero eso, amigos, es otra historia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajaja, seeeh tio, fue brutal!!! Siempre me preguntaré por que nos dió por inspeccionar la casa, bajar hasta los sótanos y salir al tejado xDDD. Pero en fin, me llevo un recuerdo genial almenos, habia muy buena gente. Hay que repetir! Aunque yo, si puedo, el proximo año me voy a Menorca de cabeza xD.

Nos vemos tio!
Y espero que pilles una buena fiesta con Jack!!xDD

Anónimo dijo...

jajajaja anda que ya con la primera frase! vaya telaaa!!!
jo, por casualidades de la vida no fui a la playaa ese día! pero este finde toca ya, playa, fiesta, más playa y más fiesta xD
Salu2!
p.d: lo de mear en la puerta de la iglesia fue mortal ;) :D

Anónimo dijo...

Vaya, gran historia. Me encantan las fiestas en las cosas con mujeres y alcohol. Además yo también soy mucho de acabar en calzoncillos.

Saludos!

sir Andreu Heineken I de Arcadia: dijo...

vaya, pues lamento informarte de que por aqui el ciego fué mínimo. Aunque me lo pasé bien...

Correfoc (quemaduras), concierto (d'en Rafel), bebercio (vodka-Cola), chicas (nada del otro mundo) y playa (nadar en gayumbos),...

Nada escepcional, pero divertido.

A ver cuando la "Acampada Mágica"